Aprender a ser flexibles psicológicamente: las lecciones del Covid-19

Ecuador, 2020.- El confinamiento obligó a muchas familias a afrontar cambios para los que no estaban listas. Como en toda crisis, el cambio es urgente e inminente, pero lo que viene después es igual o más difícil: la adaptación al cambio y el entendimiento progresivo de todas sus consecuencias y de que no hay marcha atrás.

Pasamos primero por el terror al contagio y a la muerte, convencidos de que eso sería lo más grave, pero ahora nos enfrentamos a una nueva realidad igual de dura. Los contagios y la muerte siguen siendo amenazas constantes, pero a eso hay que sumar que la cotidianidad se transformó y que todos estamos afectados por ese hecho.

De ahí que, la dinámica de muchas familias tuvo que adaptarse a la crisis, hay hijos adultos que han regresado a la casa de los padres, hay padres criando y educando a sus hijos pequeños por primera vez, hay más desempleo y menos oportunidades, hay pérdidas cercanas en la familia por el Covid-19, duelos por Zoom, la imposibilidad de abrazarse y acompañarse… Y a esto se suma la tensión de convivir todo el día juntos, de no poder contar con otras relaciones ni otras actividades fuera de las familiares para despejarnos y nutrirnos en el mundo exterior, señala la profesional. 

La adaptación a una crisis de la envergadura de esta pandemia es un proceso en marcha. No tenemos antecedentes de algo así para poder comparar y hacer pronósticos. Solo podemos vivir el día a día y cuidarnos. Lo cierto es que esta crisis nos ha replegado a la familia y al presente inmediato. A cada uno ese regreso a la familia le significa diferentes experiencias, positivas y negativas, revelaciones, cuestionamientos, decepciones, alegrías, tristezas. La conciencia del presente como único lugar para existir también ha causado un shock importante en ciertos segmentos sociales que nunca habían sentido lo que es vivir en la incertidumbre.

Se habla sobre la ansiedad, la depresión, la somatización y otros síntomas psicológicos que parecen generarse por este proceso colectivo que estamos atravesando. A mi juicio, según lo que observo en terapia y en mi círculo cercano, el mayor reto que enfrentamos es seguir teniendo una vida a pesar de la crisis, del miedo, de la desesperanza; es seguir teniendo una cotidianidad, a pesar de estar en casa la mayor parte del tiempo; es seguir teniendo amigos, familia, pareja, a pesar de estar aislados; es seguir trabajando e innovando lo que hacemos, a pesar del desempleo y la crisis económica. Las lecciones de esta pandemia son incontables, pero creo que en el plano psicológico nos instan a ser flexibles, a abrazar el cambio como único modo de seguir adelante.    

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